viernes, 19 de diciembre de 2008

El que busca encuentra

Estimados todos

Hoy en día, internet es una herramienta multifunción, como una de esas navajas suizas que tienen de todo. Según sesudas encuestas, el uso que de internet se hace varía mas bien poco de un país a otro y es en su mayoría, el uso del correo electrónico y de la navegación.

En este segundo uso me paro y digo que uno puede navegar o naufragar, y que no es lo mismo navegar con un tronco que con un yate de 80 metros de eslora.

A lo que voy, que me estoy saliendo de tema. Para navegar, podemos ir a tiro hecho a una dirección conocida o apuntada en una servilleta, o usar un buscador si no sabemos bien qué encontrar ni a donde ir. Buscadores que han caído en el olvido ante la apabullante superutilidad que puede llegar  a ser Google, son Ozú, Olé, Yahoo y Lycos.

En el fondo da igual como funcionen en sus triperías internas, lo importante es que funcionen correctamente e incluso se permitan el lujo de decirnos lo de “quizás quiso decir…” insistiendo en que somos nosotros y no la maquina quienes nos equivocamos.

Allende los recuerdos quedaron las voluminosas enciclopedias de 30 tomos o más (Espasa Calpe), las familiares Acta 2000 y otras mas o menos conocidas, como fuente del saber. Horas de incesante búsqueda para encontrar un término, biografía patria o fotografía que fotocopiar (entonces era legal) para incluirla como ilustración de un trabajo de sociales.

Esas horas de búsqueda, al final, dan su fruto cuando, en la vorágine de la actualidad, todo se pretende de una forma inmediata. Tu vas al Gugel, escribes el término deseado y ¡patapam! dos millones de páginas en el mundo virtual cibernético dándote todo tipo de explicaciones mas o menos correctas. Un mar de dudas si pretendemos analizar tanta información.

Y eso está bien, optimiza el tiempo, ayudándote a perderlo leyéndote los dos millones de páginas a golpe de clic- clic.

Siempre que la búsqueda sea correcta en los términos a localizar, porque si una palabra es parecida a otra, un nombre parecido a otro u otras búsquedas varias, podemos desvirtuar el sentido final tanto como se nos imagine.

Es por ello que la expresión “si no estás en Internet no existes” encierra un cierto peligro, ya que si busco la palabra kulungele porque alguien me ha hablado de una web muy buena, la información aparecida nada tendrá que ver con kulunguele que es otra palabra MUY parecida, pero –hermano- no estás en la lista, luego no existes.

Reflexión final

Está bien usar las herramientas que el Gran Hermano nos pone al alcance, pero sepamos usarlas correctamente también para que el resultado final sea lo más satisfactorio posible



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