jueves, 22 de enero de 2009

Crónica de una muerte no anunciada

Todos los días estaba ahí mismo. Me parece verle en este mismo momento… Quizá los lunes fallara alguno..no estoy muy seguro del día; sería por los exámenes o los madrugones, que de todo hay…


El caso es que así como en la canción de los payasos de la tele Gaby, Fofó, Miliki y Fofito, se oía el saludito de don José, así se oía el saludito matinal Buenos días, buenos días que eso anima bastante en un oficio como el de repartidor matinal de diarios gratuitos.


Enfrente de él estaba la competencia, inerte, en un montón semi atado del que se desprendían unos ejemplares al suelo todos los días. La diferencia era evidente, mi repartidor (Oh repartidor, mi repartidor) te recibía con sonrisa amplia, con saludo matinal y sin inmutarse ante los que les ofrecía la exigua prensa y pasaban de mirarle siquiera…


La competencia era ese montón de papel, del que algunos recogían un ejemplar tímidamente y sin mirar alrededor, por temor de que alguien pudiese verle.


No sabía nada de él, ni su nombre, ni aficiones…tampoco él de mí. Pero ahora que hemos vuelto de las fiestas navideñas, ya no está. Solo está un montón de periódicos semiatados de su editorial; los otros periódicos semiatados han pasado a ser un buzoncillo en el que apenas caben unos 10 ó 20 ejemplares…la crisis, supongo, ha acabado con este repartidor matutino de periódicos gratuitos del diario Nueva Línea.


En un principio pensé que era el diario el que había cerrado, como es el caso del diario Que! de Murcia. Pero no, ahí está el montón de periódicos para demostrarnos que es el repartidor el que ha desaparecido.


Valga estas líneas para hacer llegar a todos esos repartidores matutinos, un efusivo reconocimiento por la labor tan impresionante de propagación cultural diaria. Con su simpatía, consiguen hacernos llegar la noticia persona a persona. Nada me incita a coger un diario de un montón en una esquina, como si de propaganda se tratase.


Recibid un saludo


Juanjo Opater

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